Cartas de Navidad antes de una salida

Carta a un amigo

Querido amigo,

Si en mi camino pudiera dejar no más que una parte de tu gran humanidad, colocaría un beso. Un día me envolviste con tu simplicidad, hoy llevas con fuerza mi debilidad.

Ahora, en los albores de mi salida, alivias mis dudas con tu generosidad. Si se pudiera pagarse, me preguntaría a qué precio lo habría merecido. Mientras parece que te abandono, solo pienso en el miedo de no volver a mirarte. Porque si todo se vuelve sombrío, espero que sigas iluminándome. ¿Cómo podría agradecértelo si pierdo la manera de protegerte?

Tan sutil, tan abstracta sea la reciprocidad, no podría contentarme con lo que ya nos hemos dado. Tan radiante como tu sonrisa, regresaré para abrazarte con mi corazón lleno. Fuerte es tu apoyo, porque sin él la soledad aparecerá.

Si en mis pensamientos permaneces grabado, sonrojaré cuando te imagine reír y bailar.

A todos aquellos que han marcado y seguirán marcando mi vida con su amistad.

Blandine

Carta a mi familia

Querida Familia,

Si esta palabra, “Familia”, tuviera que cobrar sentido, entonces le atribuiría una imagen. La de una cuerda de cáñamo que se estira cada vez más, pero que nunca cede.

Fuerte cuando te sostiene en tu caída. Dulce cuando falta el calor. Áspera cuando te alejas. Robusta cuando llega la tormenta.

Mi familia, para mí, es eso.

Observar las generaciones con compasión al  igual que buscar la benevolencia en un espejo. Escuchar la voz de los sabios para pesarlo todo en la balanza de la Justicia Interior y no perderse.

También es preocuparse por los demás al límite del sacrificio. Traer y llevar un amor tan grande que los límites de la responsabilidad desaparezcan. Amar sin contar para proteger, compartir para amarse aún más.

Porque las palabras, la palabra “Familia”, nunca serán suficientes para expresar tanta gratitud.

Blandine